El certificado energético es un documento que nos indica el grado de eficiencia energética que posee una vivienda, un local, un edificio, etc. Se presenta en una escala de siete letras, de la “A” a la “G”, de más a menos eficiente.

En el año 2013 el gobierno aprobó el Real Decreto 235/2013 por el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de edificios. Como novedad, en junio de ese año se hizo obligatorio el certificado para cualquier vivienda o local que se venda o se alquile

Para qué sirve el certificado energético

Mediante el certificado energético del inmueble, los futuros propietarios e inquilinos podrán conocer realmente su estado en cuanto a consumo energético. Gracias a la certificación se obtiene una referencia y valor sobre cómo se comporta ese edificio en materia de ahorro energético. Este hecho influye indudablemente en la futura factura energética, ya sea electricidad, gas, etc.

En efecto, una calificación energética diferente entre dos viviendas medias, de 90 metros cuadrados, con una misma orientación y un sistema de climatización similar tendrá una consecuencia directa sobre el ahorro de energía y, por consiguiente, en el ahorro económico. Así, los propietarios de una vivienda con un certificado energético G pagarán más y ahorrarán menos que aquellos que dispongan de un certificado A.

¿Cuándo es obligatorio el certificado energético?

Según el Real Decreto 47/2007 todos los edificios de nueva planta que se han ejecutado desde el año 2007 deben poseer calificación energética.

Para edificaciones anteriores a esa fecha, el certificado energético será necesario cuando la vivienda o local sea objeto de una venta o de un alquiler. Cuando se produzca tal transacción, el certificado de eficiencia energética, con la escala de letras comentadas, deberá acompañar al contrato.

Desde el 1 de junio de 2013 el futuro propietario o inquilino tiene derecho a conocer, a través de la etiqueta, cómo se comporta el edificio energéticamente, del mismo modo que conoce con exactitud los metros cuadrados de vivienda que está comprando o alquilando.

Estos cambios fueron necesarios para ponernos al nivel de Europa en cuanto a eficiencia energética y ahorro de energía se refiere. Además, suponen una forma de concienciación y un motivo de decisión a la hora de escoger vivienda según la energía que consumimos y que ahorramos.

¿Qué procedimiento lleva el técnico?

La certificación energética de un edificio corre a cargo de un técnico certificador. Éste revisa los materiales de la edificación, realiza una inspección de los sistemas de calefacción y climatización, entre otros parámetros para, de este modo, obtener el informe.

Una vez han sido recopilados todos los datos oportunos, el especialista los introduce en un programa informático para realizar el estudio de la vivienda. Es este último el que determina, finalmente, el grado de eficiencia energética que tiene la vivienda a través del certificado energético.

Cuando el certificado se ha obtenido, tiene que ser registrado en el órgano competente de la Comunidad Autónoma. A partir del registro, el organismo otorga la etiqueta de certificado al propietario de la vivienda que da derecho a utilizarla mientras esté vigente.

¿Cuánto cuesta?

En España no disponemos de una tarifa fija para obtener el certificado energético. Cada técnico establece el precio que considere oportuno. Sin embargo, existen condiciones que aumentan o disminuyen su precio, como la localización y el tamaño de la vivienda ya que, posiblemente, un técnico que trabaje a pocos kilómetros de una vivienda ofrezca un presupuesto mucho más económico.

Siguiendo con esta línea, todo lo que ayude al técnico puede traducirse en una rebaja del precio de sus servicios. Si le ofrecemos los planos de la vivienda o hablamos con el responsable del edificio para facilitar el acceso a las instalaciones comunitarias, nos beneficiaremos de precios más bajos.

Por lo general, los pisos son los inmuebles cuyo certificado es más barato obtener. A pesar de no tener una norma común, el metro cuadrado suele costar aproximadamente 1,50 euros.

Por su parte las viviendas familiares pueden ser más caras ya que son más grandes y cuentan con varias plantas.

En cuanto a los locales comerciales, serán más baratos aquellos que cuenten con espacios diáfanos y no tengan demasiados elementos como tabiques o instalaciones.